viernes, 4 de diciembre de 2009

4 de diciembre

Hoy me ha costado salir de la cama, quizás por los rones de ayer y los muchos cigarros que fumé. Debo parar de fumar, pero ahora no es el momento de pensar en ello.

Hoy tuve un par de sueños. Pero antes de contarlos, debo decirles algo.

En mi vida he estado relacionado con cuatro mujeres casadas, cosa que, ahora que saco cuentas, no es poco y quizás es motivo para alarmarse. La primera de ellas fue Gina, una hermosa italiana de pelo castaño y piel cobriza. La conocí cuando yo contaba unos veintiséis años en un curso de post grado. Yo sabía que estaba casada, muy bien casada, pero aún así me enamoré de ella. Y se lo hice saber. A partir de ese momento logré llamar su atención y comenzamos a hablar mucho. De alguna manera, logré perturbar su tranquila vida matrimonial. Nunca hicimos nada, ni siquiera un beso. Una sola vez toqué su mano, para ayudarla a bajar un murito. En realidad fue un amor platónico. Dejamos de vernos cuando el curso se terminó. Lo más hermoso que me dijo alguna vez fue: “te odio por haberte metido así en mi vida, por hacer que a toda hora piense en ti”.

La segunda fue Yadira, una caraqueña un par de años mayor que yo. Me enredé con ella inmediatamente después de salir de lo de Gina. O sea, dos mujeres casadas una detrás de otra. Pero Yadira sí estaba separada, incluso divorciada. Pero el ex –esposo aún vivía en la casa. Recuerdo que una vez estábamos retozando en la cocina de su casa cuando inesperadamente llegó el esposo. Ella salió corriendo como una verdadera flecha y se metió en uno de los baños. Yo conocía al esposo y era amigo de la casa, así que no le extrañó mi presencia. Al ratito, Yadira salió del baño.

Después, muchos años después, me enredé con Anabel y luego, inmediatamente con Alejandra. Pero esa historia ya la conocen.

Bueno, el sueño de hoy fue con Yadira. Y en el sueño volví a reconstruir el episodio que acabo de relatarles: estábamos en un cuarto, retozando en una cama, cuando de pronto ella escuchó que el esposo llegaba. Entonces salió dispara como una flecha, para el baño. Lo curioso es que al principio del sueño, Yadira era Yadira. Pero una vez que llegó el esposo y se levantó corriendo de la cama, Yadira ya no era ella sino Alejandra. Y me indignó ver como huía a esconderse, ya que de alguna manera confirmaba su condición de mujer casada.

En el sueño, me quedé sentado en la cama, sin saber qué hacer. Me di cuenta que el televisor estaba encendido y me puse a verlo. Fin del sueño.

El otro sueño fue con mi mamá, quien lamentablemente falleció hace nueve años. Desde que murió, son pocas las veces que he soñado con ella. Pero siempre han sido sueños tristes. Pero el de esta noche no lo fue. Resulta que yo había tenido que pedirle prestado a mi mamá Bs. 50. Y ella a cada rato, me lo sacaba. Ya me tenía fastidiado cuando le dije “pero chica, si yo te acabo de regalar Bs. 20.000, ¿cómo me vas a estar sacando 50 bolívares?” El sueño, a pesar de ser desagradable, me gustó porque en él mi mamá estaba viva. Fastidiosa, pero viva. Y eso me pareció estupendo.

Mamá no era así como apareció en el sueño. Al contrario, era una mujer absolutamente desprendida y espléndida. Era malhumorada y muy dominante y quería que llegara de las fiestas antes de las doce de la noche, le molestaba si tenía novia porque temía que las embarazara, quería que me cortara el pelo a cada rato. En fin, una mamá bien fastidiosa, como todas, creo. Pero era una tipa formidable y entera. Llena de vida y de amor y, hasta donde pudo, nos hizo felices como niños y como hombres y mujeres. Claro, en la adolescencia fue otra cosa, Jajaja. Pero bueno, si yo pudiera alguna vez escoger a una mamá entre miles, millones de mujeres, no dudaría en escogerla de nuevo a ella.

Hoy es el segundo día que Alejandra no llama para despertarme. Me parece mentira que ya nunca más volvamos a vernos. Cuando termino una relación, evito en lo posible volver a ver a esa persona. Me cuesta mucho asumir que antes podía acariciar las piernas y besar el sexo de una mujer, y luego ya no puedo ni acariciar sus manos. Eso me duele mucho. Así que prefiero evitar todo encuentro.

Por eso, para mí, una ruptura es como una pequeña muerte: te alejas de alguien y luego ya nunca más la vuelves a ver. Y si la vuelves a ver, ambos ya somos otras personas.

Bueno, voy a comprar aguacates para prepararme una rica ensalada para el almuerzo.

Mañana en la mañana subiré a Caracas. Una pareja amiga se ha ido por dos años a Barcelona, España, y me han dejado su apartamento a mi cargo. Cada vez que quiero y puedo, me voy para allá. Este fin de semana lo pasaré en Caracas. Y el lunes almorzaré con una amiga, Eugenia, que ha regresado a Venezuela luego de una larga estadía en Cuba y en Londres. Es corresponsal de prensa. Ella regresó hace un par de meses, pero aun no hemos encontrado el momento de vernos personalmente.

2:56 PM

Me he visto tentado a enviarle un mensajito de texto al celular de Alejandra. Estoy consciente de que el proceso de separación aún es reversible. Pero, me pregunto, ¿para qué?

Es una relación complicada: una chica en pleno divorcio, con un esposo que la cela como si aún continuara siendo su mujer, además, vive en una ciudad distante. Es decir, es una relación con muy pocas posibilidades de crecer.

En ocho meses nos hemos visto apenas en cuatro o cinco oportunidades. Algunas veces varios días, otras apenas un fin de semana. Y las cosas no funcionan así. A menos que a futuro haya expectativas de cambios. Pero éste no es el caso.

Alejandra tenía previsto viajar a Caracas el próximo 12 de diciembre. Sería un viaje corto. Luego regresaría a comienzos de enero y se quedaría una semana. Sin embargo, el viaje del 12 de diciembre lo canceló el día que terminamos. Es decir, primero lo canceló y luego decidimos terminar. No nos vemos desde comienzos de octubre, es decir, dos meses. Y aún faltaría un mes antes de volver a vernos. Es decir, tres meses sin vernos para pasar luego cinco días juntos. No. Así no funciona.

Mejor me voy a caminar un rato.

3 comentarios:

Janeth dijo...

Hola amigo, paciencia, necesitaras mucha paciencia para sobrellevar, vivir a orillas de la playa y respirar aire fresco y puro te ayudara a pensar las cosas con calma, por lo pronto recibe de mi saludos y bendiciones
Besitos
Janeth

Eduardo Guerra, el imaginario... dijo...

Gracias, Janeth. ;-)

Madame Bovary dijo...

No soy partidaria de dar consejos en este tipo de situaciones. Creo que una relación entre dos personas se debe quedar entre los protagonistas de la historia, que son los que la han vivido y los que verdaderamente saben qué es lo que pueden esperar de la otra parte.

De todas formas, pase lo que pase, y decidas lo que decidas, espero que te llene de felicidad.

Un beso.