viernes, 25 de diciembre de 2009

25 de diciembre de 2009

Sé que les prometí escribir a diario, pero no es fácil, menos aún en estas fechas tan cargadas de fiestas y compromisos. Aún así, el diario continúa.

Ya firmé contrato, entregué factura y el próximo lunes recogeré el cheque de anticipo. Tal como lo había previsto en mi imaginación, ese pago lo recibiré el 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes.

No recuerdo si les había contado, pero desde hace días Alejandra está en Caracas. Nos hemos visto unas tres veces. Hemos hecho el amor pero he sentido que ha habido, al menos de mi parte, más sexo que amor o afecto. Es como si ya no pudiera soñar con ella. Y ella lo ha notado...

lunes, 14 de diciembre de 2009

14 de diciembre de 2009

Continúa el papeleo, los trámites, la angustia y la incertidumbre por este contrato que me significa la salvación económica de este terrible año y gran parte de mi supervivencia para el próximo. Al final, todo saldrá bien, pero a punta de angustias. No quiero preocuparles por eso.

Hoy, después de entregarle toneladas de papeles a la compañía aseguradora que me hará la fianza de fiel cumplimiento, decidí bajar a Naiguatá. Aunque no lo crean, necesito del mar: de su tristeza y de su eterna vitalidad.

Como ya le he dicho, hace días Alejandra volvió a llamar. Una reconciliación telefónica a una pelea telefónica. ¿Triste, no? Una relación virtual, fantasmal, lejana, ausente…

Pero desde el sábado, Alejandra se enojó conmigo, aún no tengo muy claras las razones, y no me responde las llamadas ni los mensajitos. Hoy me escribió que “está muy enojada conmigo y que me hablará únicamente cuando a ella le dé la gana”. Palabras textuales.

Hace minutos le he enviado un mensajito de texto vía celular:

“Alejandra, ante tantas peleas, disgustos y reclamos de parte y parte, creo que lo mejor para ambos es que continuemos con nuestras vidas… Te deseo todo lo mejor y te doy gracias por todo lo bueno que me diste…”

Hasta el momento de escribir este reporte de vida que me significa este diario, no he recibido respuesta de ella.

Hoy, antes de bajar a Naiguatá, me he encontrado para tomar un café con mi buena y querida amiga Rebeca. Hacía meses que no hablábamos, ni siquiera por teléfono. La he informado de mi vida y de mi ruptura con Anabel. Se sintió indignada: “tantos años, Eduardo, de amor y de esfuerzo y de sufrimiento, para no llegar a nada”, me dijo. Agregó: “yo te lo dije, eso no llegaría a nada”.

Absolutamente aterrado, le conté lo de mi relación con Alejandra. Sabía que me iba a regañar. Con sobrado derecho y razón.

“Pero, ¿qué es lo que te pasa, Eduardo? ¿Sales de una y te metes en otra? ¿Y todas casadas? ¿Es que no te quieres? ¿No crees que te mereces algo mejor, algo muchísimo mejor?”

No pude responderle nada.

“Pero ésta, la Alejandra, es mucho peor que la Anabel. Porque Alejandra es joven, la otra era una vieja de cuarenta y cinco años. Pero ésta es una carajita cargada de vicios y confundida casi que por naturaleza”.

Le expliqué que no la dejaba, a Alejandra, porque no quería hacerle daño. Inmediatamente ella, Rebeca, me objetó: “más daño le haces alargando una situación sin sentido”.

Me dijo, Rebeca, que yo parecía un círculo vicioso, volviendo una y otra vez a relaciones marcadas por el fracaso.

Tuve que darle la razón.

Luego de ese encuentro, bajé a Vargas, a Naiguatá.

Ayer domingo leí el horóscopo de Adriana Assi. En él me decía que yo estaba a punto de perder al amor de mi vida.

¡Joder!

Pensé en Alejandra. Pero no, eso no podía ser. Alejandra es bella, es joven, es fogosa en la cama, pero ella no puede ser el amor de mi vida…

Agarré la autopista Francisco Fajardo, la que atraviesa a Caracas de este a oeste, luego me desvié hacia Vargas, hacia La Guaira, para luego llegar a Naiguatá.

Durante años hice ese trayecto con Anabel, por cuestiones de trabajo y de amor. Y cada vez que recorro la autopista Caracas-La Guaira, no puedo dejar de pensar, con dolor y tristeza, en Anabel.

Pero hoy, por primera vez en muchos meses, la recorrí libre, sin tristeza, sin recuerdos.

Creo que por primera vez he dejado escapar, como a los muertos o a los fantasmas, el triste recuerdo de Anabel. Tal vez el horóscopo tenía razón: “vas a dejar escapar al amor de tu vida”.

Dicho esto, digo:

Bye, Anabel. Y cómo dice la canción, “el que se va no hace falta, hace falta el que vendrá”.

No, no estoy feliz ni contento. Pero estoy tranquilo.

Durante este fin de semana me he enterado de la muerte de dos amigos: una de ellas, Margarita, la esposa de Fernando. El viernes salieron a cenar y ella pidió calamares. Estaban en mal estado, la mujer se intoxicó y falleció ayer domingo, a la prematura edad de cuarenta y cinco años.

Javier X, mi gran amigo, dice que yo venero la muerte. Pero eso no es así. Simplemente la respeto. Y sé que está allí, al ladito, siempre acechando.

Hoy en la mañana me llamó Verónica, mi hija mayor, llorando.

Minutos antes una amiga de ella la había llamado para decirle que su papá había muerto, en la madrugada, de un infarto.

Ayer Verónica y su amiga habían estado festejando juntas el matrimonio de un amigo común. Hoy, la amiga, está en el velorio de su padre.

Así es la vida: breve e incierta. Te da y te quita. Te quita y te da.

La vida sería, sin duda, una verdadera mierda sin el amor.

Cómo decía Luis Buñuel: “Con amor, todo. Sin amor, nada”.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

09 de diciembre 2009.

(NOTA IMPORTANTE: Este diario comenzó a publicarse a partir del 03 de diciembre de 2009. Para leer la secuencia cronológica del mismo, usted debe buscar las primeras publicaciones de este diario en la parte inferior del blog. Gracias)


Todo tranquilo y agitado. Han sido días de mucho trabajo, reuniones, discusiones contractuales y papeleo. Un montón de papeleo. Al parecer, siempre hace falta un papel para cualquier trámite y siempre debe andar uno corriendo. Pero bueno, en fin, no me quejo: son los últimos trámites para cerrar la negociación y comenzar a trabajar.

Sigo en Caracas y creo que seguiré acá unos días más. Extraño mis caminatas al lado de la playa, pero también disfruto mucho del ambiente navideño de la ciudad. Además, tengo al formidable cerro El Ávila, el cual en esta época del año se viste con una frágil espiga morada, lo que le da a la montaña una coloración purpúrea.

El Ávila es un cerro vivo y tiene su propio carácter. A veces amanece triste, oculto entre nubes bajeras o caprichosos mantos de neblina. Otros día se levanta alegre, con la cara limpia y despejada y nos deja ver sus caminitos, riachuelos y cascadas. En las noches claras de luna llena su silueta se dibuja contra el cielo, como si fuera un vigoroso guardián de nuestras vidas y sueños.

Creo que tengo ganas de un poco más de Ávila.

lunes, 7 de diciembre de 2009

07 de diciembre de 2009

(NOTA IMPORTANTE: Este diario comenzó a publicarse a partir del 03 de diciembre de 2009. Para leer la secuencia cronológica del mismo, usted debe buscar las primeras publicaciones de este diario en la parte inferior del blog. Gracias)

El día de ayer domingo fue bastante tranquilo. Gran parte del día me dediqué a trabajar en algunos ajustes a un proyecto que estoy presentando y de cuya aprobación depende mi sobrevivencia económica. En la noche cené con mi hija Verónica. Fue un encuentro agradable.

Mi otra hija, Carlota, la menor, no pude verla. Ella siempre anda ocupada.

Por la tarde llamó Alejandra. Efectivamente, su mamá había sufrido una recaída y estaban en una clínica en Barquisimeto.

Ella continúa sin saber lo que quiere hacer en relación a lo nuestro. Pero eso sí, me preguntó como diez veces qué estaba haciendo yo el sábado en la tarde que no le respondía el teléfono. Y aunque diez veces le respondí lo mismo, nunca me creyó. Es decir, que bueno es tener derecho a preguntar, pero sin obligaciones para responder, ¿no?

Creo que con esta conversación, sus llamadas se reanudarán, lo cual me tranquiliza un poquito, pero tampoco es que me llena de alegría. En realidad creo que debo seguir mi camino.

En un rato salgo a almorzar con Eugenia, mi amiga periodista.

Si hay noticias, ya les contaré.

8:31 PM

¡Buenas noticias!

¡Al fin! Les juro que las necesitaba.

Pero vamos por el principio: mi almuerzo con Eugenia fue estupendo. Una chica de cuarenta años, linda, inteligente, culta y corrida. Además, tremendamente venezolana, a pesar de que lleva quince años viviendo por fuera. Venezolana, digo, en su hablar, en el tono de su voz, en su picardía, en su mirada. Está casada con otro periodista, de nacionalidad inglesa pero a quien conoció hace años en Canadá. Y sus dos hijitos, de siete y ocho año, son su verdadera pasión.

Luego de ese agradable reencuentro, me fui a hacer mercado. Tal vez aún no se los he dicho, pero yo trabajo por mi cuenta a través de una pequeña empresa, digamos que de ingeniería civil, de construcción. En realidad ese no es mi campo, pero se le parece mucho, más por la dinámica que por la concepción. Bueno, total es que llevo exactamente un año sin facturar nada. Me he comido ahorros, he vendido dólares y al final, he tenido que vivir de mi única tarjeta de crédito.

Pero bueno, total que hoy, cuando fui a pagar mi modesto mercado con mi fabulosa tarjeta de crédito, la cajera me informa que está rechazada. O sea, que ya no tengo crédito para vivir. Saqué un cheque y pagué con el poquísimo que aun me queda.

Salí del mercado realmente desolado. Ese bloqueo de mi única y fabulosa tarjeta de crédito significa que para enero serán rechazados los pagos de mi seguro de vida y hospitalización, el seguro del carro, internet, teléfonos, electricidad, televisión por cable… Es decir, el desastre total. Además, ahora con una enorme deuda con la tarjeta, que ni idea de cómo voy a pagar.

Pero como bien decía mi ausente y sabia madre, “Dios aprieta, pero no ahorca”.

Al llegar a casa llamé a Alejandra y nos pusimos a hablar un rato. En eso me entra una llamada. Suspendo la llamada con Alejandra y atiendo la llamada entrante. Era una llamada sobre mi proyecto. Estaba totalmente aprobado y sólo debo a comenzar a cumplir con una serie de trámites administrativos, firmar contrato, facturar y ¡cobrar!

La parte fea o mala o antipática (recuerden que nada bueno viene sin algo malo y que nada malo viene sin algo bueno) es que debo entregar una “obra de ingeniería” antes del 30 de enero. Y eso será bien jodido.

La primera persona que se enteró de esta formidable noticia (que me permitirá recuperarme económicamente gran parte de este año y producirme recursos suficientes para el próximo) fue Alejandra. Pues, bien, le informo que la muchacha se alegró, pero no saltó de alegría. Y les explico la razón.

Ella, Alejandra, está convencida de que una vez que comience a trabajar y comience a producir nuevamente dinero, voy a comenzar a comenzar nuevas mujeres y me voy a enamorar de una de ellas. Ella está segura de eso, desde hace meses. Creo que a ella, como a mí, tampoco le gustan los cambios. Les tiene miedo. Cree que el cambio es una manera de perder algo.

Pero lo cierto es que hoy me he sentido más unido que nunca a esa carajita. Me hubiera encantado tenerla a mi lado y darle la noticia comiéndomela a besos. De verdad que estaba muy emocionado.

Hoy día, con ese formidable estallido de las comunicaciones telefónicas, por celulares, por internet, ya no importa si uno está en Caracas o en Nueva York. Pareciera que lo único importante es estar cerca de un “click” o de un celular. Y esa inmediatez comunicacional ha invadido el territorio del amor. Ahora pareciera que más importarte que estar juntos, es estar cerca. Cercanos. Sin importar la distancia.

Creo que el concepto de “soledad” y “compañía” ha quedado totalmente destruido y reconstruido bajo esta plataforma “virtual” del internet.

Durante estos pocos días en los que me he dedicado a escribir este diario, me he encontrado con comentarios de lectores que me han resultado absolutamente reveladores. He conseguido gente que me ofrece su lectura, como una tierna fórmula de compañía. Otros han llegado por casualidad a este blog y han confesado sentirse golpeados y atraídos ante tanta vitalidad expuesta. Y todo eso, no saben cuánto me ha ayudado a sentir que no fue un error haber comenzado a escribir un diario abierto a quien quiera y se anime a seguirlo.

Tengo lectores, no sé cuántos ni me importa, pero sé que al menos, cada día, tengo uno. Y eso es una tremenda responsabilidad. A veces, cuando escribo algo, pienso que voy a decepcionar a alguien. Pero no. En realidad eso no debe importarme.

Voy a olvidarme de todos (o de ese único y fiel lector) y voy a continuar escribiendo un verdadero diario. Y habrá días tristes y días maravillosos. O días nulos.

Como ya le he dicho, tengo cincuenta y un años. No soy un tipo guapo, pero me las arreglo para resultar atractivo. Y ando de amores inciertos con una carajita de veinticinco años.

A veces, Alejandra es necia, es torpe. Es peleona y más celosa de lo que a un hombre pudiera agradarle. Sin embargo, siempre sabe estar “allí”, aunque esté lejos. Pareciera que con ella es más importante estar “juntos” que estar “cerca”.

Y adoro su sexualidad, lo cual no significa que sólo aprecie su sexo. No. Es otra cosa.

Alejandra es hermosa, pero lo más hermoso de ella son sus piernas. Y no pierdo oportunidad de tocarlas o acariciarlas, ya sea que estemos haciendo el amor o estemos en el carro, en mitad de una tranca de carros caraqueña. Y allí, en mitad de una tranca de carros (o vehículos o coches, para los lectores foráneos), ella me dice, como si tal cosa, “es que sólo me tocas, y me mojo”.

Alejandra, mi dulce niña bella…

10:07 PM

A partir de mañana voy a andar muy ocupado. Ya saben, empezando a “construir mi puente de ingenieros” (Jajaja, yo sé que ya saben que no es un puente ni soy ingeniero). En lugar de un ingeniero, tal vez sólo sea un chef, un sastre, un cineasta, un médico, un abogado,un fotógrafo, un escritor, un arquitecto, un periodista o un publicista. No va a resultar tan fácil continuar este diario, pero aún así, lo haré.

sábado, 5 de diciembre de 2009

5 de diciembre de 2009

(NOTA IMPORTANTE: Este diario comenzó a publicarse a partir del 03 de diciembre de 2009. Para leer la secuencia cronológica del mismo, usted debe buscar las primeras publicaciones de este diario en la parte inferior del blog. Gracias)


Hoy, a primera hora de la mañana, subí para Caracas. Fue un día activo, espectacular y lleno de música. Luego de regar matas y hacer algunas maniobras sencillas de mantenimiento en el apartamento de mis amigos, después del mediodía me fui a participar en una seria de conferencias y espectáculos de calle que organizó la Alcaldía de Chacao en la Urbanización Los Palos Grandes. Había muchos eventos, pero por razones de tiempo, tenías que escoger. Yo decidí asistir a una conferencia dictada por César Miguel Rondón sobre la Historia de la Salsa, tema sobre el cual Rondón es un verdadero experto. La conferencia pudo resultar cualquier, menos aburrida. Al lado del panelista había un extraordinario conjunto musical el cual, a cada pausa del expositor, interpretaba fragmentos de las canciones que acababan de ser eludidas. Una verdadera ricura: escuchamos sones, mambos, piezas de Celia Cruz, el inmortal Ismael Miranda, Héctor Lavoe, Willy Colón y, por supuesto, del venezolano Oscar de León y la Dimensión Latina. Aquí les he traído algunas fotografías de esa estupenda “conferencia”, la única en mi vida que he visto a al público agarrarse fuertemente a sus sillas resistiendo las ganas de saltar y ponerse a bailar. Bueno, en una esquina hubo un matrimonio que no resistió y se puso a bailar de lo lindo. Jajaja. Aquí van las fotos, y disculpen la falta de calidad, pero la iluminación era infame. En algunos casos tuve que usar el espantoso flash.














Pero luego vino lo mejor: un concierto del Gaélica,el mejor grupo venezolano de música ¿pop, rock, étnica, progresiva? Pues, nolo sé. Para mí ellos son como el “Sting” de la música venezolana. Y para mí, apartando a Oscar de León (quien me encanta, pero no entra dentro del selectísimo grupo de mi música preferida), creo que son los únicos músicos venezolanos capaces de hacer vibrar a cualquiera en cualquier escenario del mundo.De hecho, han tocado en Londres, Nueva York, París, Madrid y Barcelona.

Tengo todos sus Cds y los he escuchado hasta el cansancio, siempre con la misma emoción. Y a pesar de ellos dan conciertos con frecuencia, jamás había podido asistir a ninguno. Y hoy, por fin, lo logré. Creo que si hubiera estado en un concierto de los Beattles o de Deep Purple con la voz de Ian Guilan, no hubiera estado tan emocionado. Gaélica, para mí, es una verdadera leyenda musical. Y pude escucharlos así de cerca, a menos de un metro de distancia. Les envío las fotos.






***

Con tanto agite, cuando salí de casa (o sea, del apartamento de mis amigos) dejé olvidado mi celular. Al regresar, me encontré con cuatro llamadas perdidas de Alejandra. Luego, por mensajitos, me informaba que estaba en Barquisimeto. Eso me preocupó. La llamé inmediatamente, pero tenía su celular apagado.

Creo que aún no les he dicho que la mamá de Alejandra está muy enferma: tiene SIDA y está en etapa terminal. Lo contrajo a través de una transfusión de sangre hace tres años.

Desde hace meses esperan su deceso, pero la mujer ha sido muy resistente. Quizás por eso sea que están en Barquisimeto: allí hay mejores clínicas.